Vivimos una tremenda crecida triatlética en España (yo el primero), antes era muy difícil encontrar a alguien que practicase este deporte o tan sólo oír hablar de él. Más aún con la aparición de triatlones populares y numerosas pruebas de media y larga distancia, éstas últimas que para el nuevo aficionado (yo el primero) suponen un verdadero reto deportivo y psicológico para su vida diaria y un cambio sin retorno.
Para el triatleta novato, en pruebas cortas donde se sale a fuego desde el bocinazo, si fallas en alguno de los tres segmentos es imposible tener opciones de disputar. Disputar con triatletas jóvenes que llevan machacando desde cadetes o que vienen de la natación, así que lo normal es que ya te saquen un mundo cuando tocas tierra y te sea muy complicado coger un buen grupo ciclista con el que remontar, aunque también en este segmento sean mejores que tú. A ello sumamos que un triatlón distancia sprint es muy asequible para la gran mayoría. Todos estos afluentes llevan al apasionado triatleta al mismo río: la larga distancia.
Aquí encontramos un verdadero reto, meses y meses de preparación en el que sólo se mirará a sí mismo con la idea de cruzar la meta, antes o después, pero alzar los brazos con alegría por haber superado el desafío. Ya da igual salir más retrasado del agua, en la bici no se formará ningún grupo, solamente tu bici y tú, sin drafting, para después bajarte de la bici y correr una distancia que por separado supone un reto para muchos para rematar la hazaña, pero con el aliciente de que ya llevas varias horas de esfuerzo en carrera. Tras casi una jornada de esfuerzo lo logras, cruzas la meta sin levantar la cinta pero tu satisfacción es igual o mayor que la del primero por haberlo logrado. Pero tras ésto, una vez superado el reto, ¿no sería otro reto volver a hacerlo, pero más rápido?
Ahora estamos acercándonos a la fecha mágica, ese momento en el que el cañonazo en el Pier de Kona dará la salida al mayor evento de larga distancia del año con los mejores triatletas del mundo en la disciplina, el IRONMAN HAWAII WORLD CHAMPIONSHIPS. La gran mayoría de los participantes, los de grupos de edad, llevan muchos meses encontrando la carrera perfecta, tras mucho esfuerzo para conseguir esa deseada plaza para la cita hawaiana. Ahora, me asalta la duda: ¿corres para cruzar la meta "disfrutando" o disfrutas para cruzar la meta corriendo?
Como aquí cada uno tiene su opinión y por ello es totalmente respetable, os voy a decir la mía. Acabo de cumplir tan sólo un año en ésto, a sabiendas por supuesto de que a parte de haberme subido tarde en el autobús en comparación a los triatletas de mi categoría, disfruto entrenando y también tengo ganas de esos retos en los que la dificultad es más la distancia que el tiempo. Por otro lado, y es el que más pesa, siempre me ha gustado ganar, ganar a lo que sea, a todo. Cuando empiezas a comprender este deporte, entiendes que ganar no le ganas a nadie, te ganas a ti. La satisfacción de machacarte, vivir cada entreno con intensidad y esperar al siguiente para poder nadar, pedalear o correr más rápido que la semana anterior para mí es una victoria. Entrenar para llegar antes, para ser mejor que ayer, pero peor que mañana.
Con ésto no quiero que se me malinterprete ni que se entienda que todo el mundo debería luchar para ir a Kona o ganar en su GGEE en cualquier carrera, si no luchar para hacerlo mejor que tu yo de ayer. Muchas veces se le pierde el respeto al hecho de ponerte un dorsal. No me gustaría inscribirme en una carrera de este tipo sabiendo que por 'x' circunstancias, voy a tener que ir a pasearme por no poder dar ese 101%, aunque dándolo llegue el último estaré más satisfecho que si por lo que sea sólo he dado el 70%. Con ésto me vengo a referir a llegar a la prueba habiéndola preparado con mimo, no ir a una prueba sin garantías o tomarte la distancia a chiste sólo por el hecho de saber que tarde o temprano cruzarás el arco. Para un triatleta que esté en condiciones normales de salud y le acompañen los entrenos y la disponibilidad, creo que cruzar la meta de un IM en 15h haciendo 20 o 30 kilómetros de la maratón andando, me resulta difícil pensar en que lo esté disfrutando. Es una prueba muy dura como para tomártela a risa. Parece que ahora vale más decir que has hecho muchas carreras, a decir que has hecho menos, pero mejores.
Por último, agradecer a todos esos 'Kona inspired' que luchan día a día contra la adversidad y para los que recorrer esos 226 kilómetros no es más que un regalo por las situaciones que viven o han vivido y de las que han podido rehacerse, porque ellos hacen que los que tenemos todas las facilidades nos tomemos la vida más en serio y no nos quejemos de tantas tonterías. También a esos grupos de edad sexagenarios, que cruzan cuando ya el sol hace mucho que se fue y para ellos cada meta es otra gran victoria.
Insisto, espero que no se me malinterprete.
Os dejo uno de esos casos en el que la fuerza de la persona es superior a todo lo que se cruce en el camino: Molli Serrano. Con más de 15 años practicando triatlón, llevó su dorsal a cada sesión de quimioterapia para luchar contra el cáncer de páncreas. En cada una de esas sesiones siempre ha estado en su mente el Mundial de Hawaii. Contra todo pronóstico, Molli ha superado su enfermedad y el sábado tomará la salida junto a miles de triatletas desde el Pier.
Os dejo el enlace a Facebook: http://bit.ly/PrcZ9d
Un abrazo.
@kickecr
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